The 36 Lessons of Vivec

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Las Treinta y Seis Lecciones de Vivec

TES: Online Edition

Game Version: 9.2.7
Note: An archive of the original contents of the current versions of the complete text.


Sermón Treinta y Tres

Entonces, Vivec abandonó el Salón de la Letanía del Templo del Pensamiento Falso, donde tanto tiempo había cavilado para crear la escritura de la luz palpitante y regresó al espacio que no era un espacio. Desde la Casa Provisional observó el mundo intermedio para encontrar al séptimo monstruo, Roca de Mentiras. Roca de Mentiras nació de la segunda apertura de Vivec y fue expulsado del banquete de granadas por un miembro de los Deshollinadores, otro gremio olvidado. El deshollinador, que no lo tomó por el monstruo que era, se sorprendió al ver que escapaba volando de sus manos hacia los cielos.

«Fui engendrado por la sabiduría dorada y los poderes que deberían haber sido siempre desiguales! ¡Esta naturaleza me abre las puertas del Cielo Oculto!».

Con esto se refería a la Manta de Escamas, confeccionada con no estrellas, cuyo número es trece. Roca de Mentiras se llenó de estupidez y regateó con el Fantasma del Vacío que se esconde en las religiones de todos los hombres. El Fantasma del Vacío le dijo:

«Quédate conmigo cien años y te daré un poder que ninguna divinidad se atreverá a desobedecer».

Pero antes de que pasaran esos cien años, Vivec se puso a buscar a Roca de Mentiras y lo encontró.

«Piedra estúpida», le dijo Vivec. «Esconderte en la Manta de Escamas es dejar una marca en la nada. ¡Solo los reyes soberanos pueden hacer tratos con ella!».

Entonces, Vivec envió al hortator a los cielos para que destruyera a Roca de Mentiras con el hacha nombrada. Nerevar hizo las paces con la estrella del polo sur de los ladrones, con la estrella del polo norte de los guerreros y con la estrella del tercer polo, que solo existía en el éter y estaba gobernada por el aprendiz de Magnus, el dios del sol. Le dieron permiso para moverse entre sus cargas y le proporcionaron una mira roja que le permitiría encontrar a Roca de Mentiras en el Cielo Oculto.

Por pura casualidad, Nerevar encontró primero al Fantasma del Vacío, quien le dijo que estaba en el lugar equivocado, a lo que el hortator respondió: «¿Tú o yo?». El Fantasma del Vacío respondió que ambos. Este sermón no revela qué otras palabras intercambiaron estos maestros.

Sin embargo, Roca de Mentiras aprovechó la confusión para lanzar su propio ataque contra el dios-ciudad, Vivec. Los tres guardianes negros lo apremiaron, pues deseaban que se fuera cuanto antes, aunque no pretendían ser hostiles con el señor del aire intermedio.

La ciudadanía de Vivec gritó al ver que una estrella fugaz caía del agujero del cielo con un peaje del infierno. Vivec levantó la mano, congeló a Roca de Mentiras y lo atravesó con Muatra.

(La práctica de perforar la segunda apertura está ahora prohibida).

Cuando Nerevar regresó, vio el cometa congelado sobre la ciudad de su señor y le preguntó si quería que lo retirara.

«Lo habría hecho yo mismo si hubiera querido, hortator, bobo. Quiero dejarlo ahí, con su última intención intacta. De este modo, si el amor que me tienen los habitantes de esta ciudad desaparece algún día, también desaparecerá el poder que frena su destrucción».

«El amor está solo bajo tu voluntad», dijo Nerevar.

Entonces, Vivec sonrió y le dijo al hortator que se había convertido en un ministro de la verdad.

El fin de las palabras es ALMSIVI.