Las Treinta y Seis Lecciones de Vivec
TES: Online Edition
Game Version: 9.2.7
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Sermón Dieciocho
Vivec sentía que ya le había enseñado al hortator todo lo posible antes de que llegara la guerra con los dwemer. Entonces, el poeta guerrero decidió que tenía que iniciar su Libro de las horas, pues el mundo estaba a punto de doblegarse por la edad.
Vivec entró en la Fortaleza del Pesar y le comunicó a Ayem que iba a enfrentarse a nueve monstruos que habían escapado de Muatra.
«Regresaré para asestar el golpe final al gran arquitecto de los dwemer».
Ayem respondió: «De los nueve solo encontrarás a ocho, aunque serán poderosos. El último ya ha sido destruido por tu decisión de crear el Libro de las horas».
Vivec comprendió que Ayem se refería a él.
«¿Por qué tienes dudas?», preguntó ella.
Vivec sabía que su duda lo convertía en la espada del Trino, así que no sintió vergüenza ni miedo. En vez de eso, le explicó con las siguientes palabras:
«¿Un miembro de la Puerta Invisible puede volverse tan arcaico como para que su sucesor no sea tanto una mejora del modelo exacto, sino más bien un modelo afín que simplemente sea más necesario debido a la vigencia de la condición del mundo? Como Madre, no tienes que preocuparte, a no ser que las cosas en el futuro sean tan extrañas que ni siquiera Seht las pueda entender. Tampoco el Verdugo ni el Bufón, pero yo no soy ninguno de los dos».
«Estos ideales no cambiarán de naturaleza, aunque puedan hacerlo en su representación. Pero, incluso en occidente, el Hacedor de la Lluvia languidece. Ya nadie lo necesita».
«¿Uno puede expulsar al modelo, no porque esté persiga un ideal, sino porque está vinculado a una agenda mortal inconsciente que cambia sin cesar?».
Estas fueron las palabras que Vivec pronunció para Ayem cuando estaba completo. El sabio no debe confundirlo.
Ayem dijo: «Esta es la razón por la que naciste de la esposa de un pastor de netch y estabas destinado a unirte al simulacro de tu madre, mezclado y versado en todas las artes del Oriente herido por las estrellas, bajo el agua y el fuego, bajo el metal y la ceniza, seis veces sabio, para convertirte en la unión de lo masculino y lo femenino, el hermafrodita mágico, el axioma marcial, el sexo y la muerte del lenguaje y el único en todo el mundo medio».
Vivec supo entonces por qué grabaría su Libro de las horas.
Este sermón está prohibido.
En este mundo y en otros DIECIOCHO menos uno, el vencedor, el disco mágico lanzado para alcanzar el cielo mediante la violencia.
Este sermón es falaz.
El fin de la palabra es ALMSIVI.