Las Treinta y Seis Lecciones de Vivec
TES: Online Edition
Game Version: 9.2.7
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Sermón Doce
Mientras el hortator reflexionaba sobre la primera lección de los reyes soberanos, Vivec se adentró en el Bastión del Pesar y descubrió que Ayem estaba con un par de amantes. Seht había vuelto a dividirse. Vivec saltó en su semejanza para observar, pero no obtuvo ningún secreto que no conociera ya. Dejó un poco de sí mismo atrás para que el viaje mereciera la pena.
Entonces, Vivec abandonó la capital de Veloth y se adentró aún más en la ceniza. Encontró unas tierras baldías donde practicar su forma de gigante. Hizo que sus pies fueran de un material menos denso que el divino para no hundirse hasta la cintura en la tierra. En ese momento apareció el príncipe Molag Bal, el primer rincón de la Casa de los Problemas.
Vivec miró al rey de las violaciones y dijo:
«Qué hermoso eres, que no te unes a nosotros».
Y Molag Bal aplastó los pies del poeta guerrero, que no eran invulnerables, e hizo que las legiones se los partieran. Atrajo a poderosos fuegos del Lugar del Principio como redes para sostener a Vivec y este lo permitió.
«Si vamos a casarnos, hubiera preferido algún tipo de ceremonia», comentó.
Y las legiones que lo habían dejado sin pies fueron invocadas de nuevo con la orden de dar comienzo al banquete. Brotaron granadas de las tierras baldías y se levantaron tiendas. Llegó una multitud de místicos velothi que leyeron los pasajes de los pies cortados en el suelo y lloraron hasta que las escrituras se humedecieron.
Entonces, Vivec dijo: «Debemos amarnos brevemente, a lo sumo. Me necesitan para asesorar al hortator en asuntos más importantes, pues los sumos sacerdotes dwemeri están dando problemas. Puedes disponer de mi cabeza durante una hora».
Molag Bal se levantó y extendió seis brazos para mostrar su valía. Estaban decorados con runas de seducción y su reverso. Estaban decorados con los calendarios anotados de mundos más grandes. Cuando habló, cayeron monstruos del apareamiento.
«¿Adónde tienes que ir?», preguntó.
Vivec respondió: «Ya te lo he dicho. Estoy destinado a ser el maestro del rey de la tierra. AE ALTADOON GHARTOK PADHOME».
Tras estas palabras mágicas, el rey de las violaciones añadió otra: «CHIM», la sílaba secreta de realeza.
Vivec ya tenía lo que necesitaba del daedroth, así que se casó con él aquel día. Durante la hora que Bal tuvo su cabeza, el rey de las violaciones le pidió una prueba de amor.
Entonces, Vivec pronunció dos poemas, pero solo se conoce el primero:
No sé cuánto cristal emplearon para hacer tu cabello.
El doble, sin duda, pues los océanos lo compartieron.
El infierno es una ficción escrita por quienes dicen la verdad.
Mi boca es experta en mentir; la coartada, un diente de solemnidad.
Los hijos e hijas de Vivec y Molag Bal se cuentan en miles. El nombre del más poderoso es una cadena de poder: GULGA MOR JIL HYAET AE HOOM.
El fin de las palabras es ALMSIVI.