Las Treinta y Seis Lecciones de Vivec
TES: Online Edition
Game Version: 9.2.7
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Sermón Ocho
En cuanto Nerevar y Vivec tuvieron antes sus ojos la capital y los Cuatro Rincones de la Casa de los Problemas supieron que no era el momento de enfrentarse a ellos. Los músicos de la caravana entonaron un gran cántico de entrada y las once puertas de la Fortaleza del Pesar se abrieron de par en par.
Ayem iba acompañada con su marido fantasmagórico, una imagen centelleante que se canalizaba a su necesidad femenina siempre cambiante. A su alrededor estaban los Gritos, un gremio ya olvidado que llevaba consigo los antojos de la gente, pues, en aquel entonces, los velothi seguían siendo buenos de corazón. Los Gritos eran los asesores de Ayem y del país, aunque de vez en cuando se peleaban y necesitaban que Seht los presionara para que fueran útiles. Ayem se acercó a Nerevar, ahora adornado con las banderas de la Casa Indoril. Este le entregó el simulacro de la esposa del pastor de netch y el huevo de Vivec que llevaba en su interior.
Ayem le dijo a Nerevar:
«Seht, que es Azura, ha revelado que la guerra ha llegado y que el hortator que nos librará de ella se aproximará caminando al lado de una solución».
Nerevar dijo:
«Me he desviado de mi camino para advertirte del engaño de nuestros enemigos, los dwemer, pero he aprendido mucho durante el viaje y he cambiado de opinión. La esposa del pastor de netch que ves a mi lado es una espada y un símbolo, y hay una profecía en su interior. Me dice que, como ella, debemos ser durante un tiempo como es él y, como pueblo, encubrir a nuestros antiguos enemigos y utilizar sus máquinas sin vergüenza».
Entonces, Vivec pronunció estas palabras:
«Boethiah, tú que vestiste la piel de Trinimac para limpiar las faltas de Veloth, mi reina, así debe ser de nuevo. Este es el camino de los gloriosos».
Seht apareció entre una nube de vapor de hierro y sus esbirros crearon una silla con su sangre. Se sentó junto a Ayem y contempló el renacimiento de la maestría. Vivec dijo entonces a su Trino:
«Mis rituales y mi calvario son las rimas del interior,
no tienen más razón de ser que la revelación de mi piel».
Ayem dijo entonces:
«AYEM AE SEHTI AH VEHK. Nos hemos liberado y completado, el diamante de la Mano Negra se ha desvelado».
Seht dijo:
«Dondequiera que pise, hay una escritura invisible».
De pronto, los Gritos guardaron silencio y empezaron a leer. Vivec extendió entonces todos sus miembros y rasgos desde el huevo para emerger del simulacro de su madre, mezclado y versado en todas las artes del Oriente herido por las estrellas, bajo el agua y el fuego, bajo el metal y la ceniza, seis veces sabio, y se convirtió en la unión de lo masculino y lo femenino, el hermafrodita mágico, el axioma marcial, el sexo y el muerto del lenguaje, un ser único en todo el mundo medio. Entonces dijo:
«Guiemos ahora las manos del hortator a la guerra y sus repercusiones, pues avanzamos diferente y como el rayo. Este es nuestro destino».
El fin de las palabras es ALMSIVI.